Afirmar que el corazón es el órgano central de sistema circulatorio encargado de bombear sangre a todo nuestro cuerpo sea probablemente quedarse corto, muy corto. Desde aquellos días de colegio donde memorizábamos el contenido de las clases de anatomía, ha llovido mucho, y por suerte, las cosas han cambiado.
Desde entonces, han aparecido términos nuevos como la física cuántica, los campos energéticos y la relación entre pensamientos y salud que nos permiten explorar al corazón desde una óptica completamente nueva, y yo diría que revolucionaria.
El primer descubrimiento revolucionario es reconocer que el corazón posee un sistema nervioso complejo y una red de células neuronales que le permiten procesar información y comunicarse con el cerebro y otras partes del cuerpo. En otras palabras: el corazón posee su propio cerebro.
Según investigaciones realizadas por el Instituto HeartMath en Estados Unidos, el "cerebro del corazón" tiene la capacidad de enviar señales al cerebro en la cabeza, así como a otros sistemas del cuerpo, a través del sistema nervioso autónomo y de la hormona del estrés, el cortisol. Este sistema de comunicación bidireccional entre el corazón y el cerebro en la cabeza se conoce como el eje corazón-cerebro.
Según la teoría de HeartMath, el corazón es capaz de procesar información de manera intuitiva y recibir información sobre el entorno antes de que el cerebro en la cabeza lo haga. Esto se debe a que el corazón está constantemente monitoreando el mundo a través de señales sutiles, como los cambios en la presión arterial y las hormonas del estrés, y puede enviar retroalimentación al cerebro para ayudar en la toma de decisiones y en la regulación emocional.
Coherencia cardíaca
Pero, además, se ha descubierto que cuando estamos en un estado de coherencia cardíaca, donde el ritmo cardíaco es armonioso y estable, es más probable que experimentemos claridad mental, emociones positivas y una sensación de bienestar general. Y, en este estado, se cree que somos más receptivos a la información intuitiva y a la toma de decisiones basadas en la intuición.
¿Qué significa eso? Que todos esos dichos populares como “escucha a tu corazón”, “sigue lo que dicte tu corazón”, “habla desde el corazón”, “pon tu corazón en lo que hagas”… no solo son ciertos, sino que cuando logramos esa conexión especial con nuestro corazón, las probabilidades de que nos sintamos bien, son mucho mayores.
¿Qué necesitamos para ello? Ser capaces de alcanzar la coherencia cardíaca, es decir un estado en el que nuestro corazón y nuestra mente se encuentran totalmente alineados y en armonía. Cuando ocurre esto, nuestro ritmo cardíaco se estabiliza, y si pudieran medirnos, nuestras ondas de frecuencia cardíaca reflejarían también patrones coherentes. Pero lo interesante es que cuando estamos ahí, experimentamos además equilibrio emocional, mental y físico, y nuestro sistema nervioso autónomo funciona a las mil maravillas. En una palabra: estamos felices con la vida, con lo que nos sucede, con los demás y con nosotros mismos.
Ahora bien, ¿cómo podemos desarrollar esa coherencia cardíaca? ¿Es algo que surge de manera natural? Me atrevería a decir que el estado de coherencia cardíaca es un estado natural de nuestro organismo, pero que hemos olvidado desarrollar y cultivar.
Lo primero que necesitamos es hacernos conscientes de este corazón que tenemos, de su potencial, de cómo nos puede ayudar y cómo nos guía de hecho en muchos niveles. Prácticas como la meditación y la visualización nos pueden ayudar a darnos cuenta de la relación existente entre nuestra mente y el corazón. Podemos averiguar si nuestras emociones, pensamientos y acciones están alineados con nuestros deseos y propósitos más elevados.
Pregúntate, por ejemplo: ¿estoy haciendo en mi vida lo que más deseo? ¿me siento feliz en esta relación? ¿hay cosas que me gustaría cambiar? ¿estoy agotada de este ritmo de vida? ¿es normal sentir esta ansiedad constante? Si las respuestas que te das apuntan al deseo de salir de esa rueda donde no estás feliz con lo que haces, ni lo que sientes, entonces puedo asegurarte que no vives en coherencia cardíaca. Si no dices lo que piensas, ni haces lo que sientes… entonces no vives en coherencia cardíaca. Si el estrés en tu vida está por las nubes, no vives en coherencia cardíaca.
En mis meditaciones guiadas encontrarás prácticas que te permitan ir hacia dentro, observar tu respiración, escuchar las señales de tu cuerpo, reconocer tu estado emocional, y ponerte en contacto con cómo late tu corazón. Todo esto te ayudará a darte cuenta de los conflictos que existen dentro de ti, entre lo que sientes, lo que piensas y lo que haces, y podrás comenzar a dar los primeros pasos en busca de esa armonía entre tu cabeza y tu corazón. Porque solo desde la coherencia cardíaca podemos vivir en un estado completo de bienestar físico, emocional y mental.
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